EL HOMBRE QUE APRENDIÓ A LADRAR



Título: "las bestias y el cielo"
Técnica: óleo sobre tela
Autor: Jota Arthom
Año: 2003

Lo cierto que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desaliento en los que estuvo apunto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se autoflagelaba con humor: " La verdad es que ladro por no llorar". Sin embargo, la razón mas verdadera era su amor franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación.¿ Cómo amar entonces sin comunicarse? Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y ( algo más extraordinario aún) el comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día, Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta, y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo. Por fin una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos : " Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinas de mi forma de ladrar?". La respuesta de Leo fue escueta y sincera: " Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano"
Mario Benedetti

EL SUPREMO NOBEL Y SU GUERRA JUSTA




Serie "La guerra y el caos"
Técnica: acrílico y tinta
Autor: Jota Arhom

..(...)"Un día primaveral, los pájaros dejaban caer suavemente sus cánticos y los humanos, entregados a sus diferentes deberes, se bañaban en la santidad de la fatiga. Todos trabajaban en sus respectivos destinos; los árboles, los planetas, los tiburones. ! Todos, salvo el Creador! Estaba acostado en el camino, con las vestimentas desgarradas. El labio inferior le caía como un cable somnífero; tenía los dientes sucios y el polvo le cubría los cabellos rubios y ondulados. Adormecido por un pesado sopor, molido contra las piedras, el cuerpo realizaba inútiles esfuerzos por levantarse. La fuerzas lo habían abandonado y yacía, allí, débil como un gusano, impasible como una corteza. Oleadas de vino cubrían las huellas dejadas por los sobresaltos nerviosos de sus hombros. El sopor, que gruñe como el puerco, lo cubría con sus alas protectoras y lo miraba con amor. Las piernas, de músculos distendidos, barrían el suelo como dos mástiles ciegos. Le sangraba la nariz ; al caer, se había golpeado la cara contra un poste ... ! Estaba borracho! ! Horriblemente borracho!!Borracho como una chinche que hubiese masticado, durante la noche, toneladas de sangre! Llenaba el eco con frases incoherentes que mucho me cuidaré de repetir aqui: aunque el borracho supremo no se respete a sí mismo, debo respetar a los hombres".(....)

En alusión al discurso del presidente de EUA al recibir el Premio Nóbel de la Paz , recordé los textos de Lautréamont en
"Los cantos de Maldoror".